Como decíamos recién, existe en buena parte de la población francesa una progresiva consciencia de pertenencia a un medioambiente al que indefectiblemente hay que cuidar.
Este estado de consciencia no surge de la nada. En Francia, la simpatía general de la opinión pública por la cuestión ambiental se da gracias a una cultura de consumo que no es compulsivamente consumista, sin priorizar lo material por sobre el resto. Por el contrario, con cierta discreción en el uso y exposición de lo que cada uno tiene hacia los demás. Como dijo una nueva amiga en referencia a su propia familia: “Ya éramos ecologistas sin saberlo”.
Me animaría a decir que por lo general un francés no haría alarde de todo lo que tiene… pero sí de todo lo que sabe. Volviendo al tema, estas graduales modificaciones en la percepción no son por casualidad. Más allá de las conclusiones individuales de cada ciudadano, existe un aparato mediático que instala esta temática desde hace tiempo. Uno de los mayores exponentes es un periodista/documentalista bastante mediático que participó de las últimas elecciones presidenciales tratando de establecer un consenso entre los diferentes candidatos hacia el denominado "Pacto Ecológico", destinado a instalar una serie de medidas proteccionistas. Me refiero a un hombre llamado Nicolas Hulot.
De hecho, la imagen que encabeza este post corresponde a un libro de fotografías de su autoría titulado La terre vue du ciel (“La tierra vista desde el cielo”). Esta obra está relacionada con un famoso documental reciente, realizado por un tal Yann Arthus Bertrand. Ahí va una muestra gratis: http://www.youtube.com/watch?v=YeTNJglInfc
Sin embargo, no todo es consenso en torno al tema de la ecología. La figura de Nicolas Hulot cuenta con varias resistencias y cuestionamientos por considerarlo algunos muy negociador con las empresas contaminantes, otros muy sensacionalista y regresivo sobre las actuales condiciones de vida… no es de sorprender que resulte perturbador para muchos el cuestionamiento a las bases sobre las que se apoyan nuestras formas de vida, en especial para las generaciones más grandes.
Si abordamos la política partidaria en este tema, entendemos cómo estos procesos sedimentaron para que se creara y consolidara gradualmente una corriente como el Partido Verde en Francia, o mejor dicho “Los Verdes”. Este fenómeno, de alcance continental, también se da por el agotamiento de los viejos partidos tradicionales en representación de sus antiguos votantes.
Aparentemente, Los Verdes son hoy por hoy expresiones de un movimiento “políticamente correcto”, que logró la adhesión de figuras extrapartidarias y que genera la simpatía de la opinión pública, tal vez más que su capacidad de ganar una elección. Debo decir que no me sorprende si nos referimos a un partido centrado en un tema exclusivo.
¿Les suena el nombre de Daniel Cohn-Bendit? El líder del Mayo del 68, el mismo. Lo apodaban Dany, le rouge (Dani el rojo). Parece que el tiempo lo fue destiñendo, hoy día es uno de los líderes de Los Verdes, flamante diputado en el Parlamento Europeo.
Con esto que les cuento, podríamos deducir que el ecologismo es una variante más de los partidos de izquierda. Sin embargo, al empaparse uno en el tema descubre nuevos matices. Resulta que existen corrientes de izquierda y de derecha entre los ecologistas. Crease o no, la diferencia está trazada en torno la relación con la industria y la perspectiva sobre el denominado progreso y la sustentabilidad. Los primeros, denominados “decrecientes”, consideran que hay que reducir la actividad industrial y limitar el consumo de productos contaminantes. Los segundos, consideran que la marcha de la producción y del consumo es irreversible, por lo tanto se deben implementar controles y medidas de contención sin atentar contra las condiciones productivas. Como expresión de un conflicto global, no sería de extrañar que en el futuro se vayan creando y desarrollando nuevos partidos ecologistas en Latinoamérica.
Así es como llegamos a la trampa del progreso, que nos lleva a concluir con algunos interrogantes abiertos ¿Qué significa el progreso? ¿Apenas un sinónimo sesgado y malinterpretado del concepto de crecimiento económico? Y en ese caso ¿qué es crecimiento? ¿una simple suba en la producción y el consumo?... y si los países periféricos quisiéramos tener las mismas condiciones de vida que los países centrales ¿seríamos acusados por los mismos ecologistas de esos países centrales?... mejor dicho ¿se pueden mejorar las condiciones materiales de vida sin afectar el medioambiente ni concentrar recursos de la periferia al centro entre las distintas regiones? pero si además tenemos en cuenta la hambruna y pobreza de nuestra región ¿no deberíamos asumir ese costo con el propósito de abastecer a toda la población? o sino ¿no habría que replantearnos globalmente nuestra forma de consumir cada producto y el límite entre las necesidades vitales y lo sobrante? mmm... complicado, esto. Al denominado "mercado", como si fuera un ente abstracto, no le gustan estas preguntas.
Por último ¿estamos ante un problema técnico o un problema político?
Al final, en los productos que consumimos o dejamos de consumir entra en juego inevitablemente algo tan tan trascendente como los juegos de poder mundial, la movilización de los recursos y la sustentabilidad de un planeta.